domingo, 20 de julio de 2008

Las flores curativas de Edward Bach

Las flores curativas de Edward Bach

Edward Bach nació en Monseley (Birmingham) el 24 de septiembre de 1886. Desde niño demostró su interés por la naturaleza y su preocupación en evitar el sufrimiento en cualquier ser vivo. Ya desde entonces observaba como la gente reaccionaba ante al enfermedad por lo que decide dedicarse a la curación motivado por el amor hacia sus semejantes y la búsqueda continua, hasta sus últimos día.
Inicia sus estudios en medicina a los 20 años interesándose más por los enfermos que por los males que padecen deduciendo que la enfermedad se produce por alteraciones emocionales, además observa que si el paciente tiene más ilusión en mejorarse, se recupera con más facilidad.
Concluye sus estudios en Cambridge obteniendo un postgrado en Salud Pública. Comienza su práctica profesional no sabiendo como encauzar los conceptos, hasta ahora, recopilados y que no podía desarrollar de forma ortodoxa.
Desarrolla un gran trabajo en inmunología, en la rama de bacteriología, encontrando una relación directa entre las bacterias intestinales y las enfermedades crónicas, preparando vacunas muy efectivas aunque no le convencían del todo pues se administraban por inyección y producían dolor e incomodidad. El buscaba un método fácil, sencillo, sin contraindicaciones y dirigido al paciente, no a la enfermedad.
En 1917 sufre una fuerte hemorragia, siendo operado de urgencia. Le desahucian sus colegas dándole tres meses de vida por lo que, llevado por una convicción profunda en desarrollar su misión en este mundo, como el pensaba y al tener tan poco tiempo se lanzó frenéticamente a buscar el sistema ideal de curación. Cual es su sorpresa al comprobar, poco tiempo después, que su enfermedad remitía llegando a la conclusión de que cuando uno se vuelca en hacer lo que realmente le gusta o lo que ha venido a desarrollar y lo hace con entusiasmo, la enfermedad desaparece o no se reproduce. De cualquier forma sigue trabajando de forma tan desenfrenada que se conoce su laboratorio por “la luz que nunca se apaga”.
En 1920 comienza a trabajar en el Hospital Homeopático donde conoce a Hahnemann y descubre que tienen ideas parecidas sobre tratar al paciente y no a la enfermedad y anteponer los desórdenes mentales a los físicos. Hahnemann ya había trabajado sobre estas premisas desarrollando el vasto campo de la homeopatía.
Bach aprovecha este conocimiento y elabora unas vacunas homeopáticas orales comprobando que tienen la misma eficacia sin los trastornos de la fórmula anterior. Más tarde desarrolla siete nosodes homeopáticos (actualmente siguen utilizándose con gran eficacia) y los relaciona con 7 grupos de personas de un determinado carácter cada grupo, recetando cada uno de los nosodes a un grupo concreto de enfermos obteniendo una respuesta más efectiva.
Pero no estaba conforme todavía pues algunos productos homeopáticos se forman a partir de vísceras o plantas venenosas y, aunque en las últimas diluciones no conservan ningún componente físico, Bach quería conseguir un producto que partiera de materias más sutiles y refinadas.
A pesar de haber conseguido una gran reputación médica tanto entre sus colegas como entre sus pacientes en 1930 vende su laboratorio y decide abandonar su exitosa carrera en aras de un ideal que esperaba encontrar en la naturaleza, entre las flores.
Se basa en su intuición y en los estudios que ha realizado sobre filosofías (también es doctor en Filosofía), siguiendo la estela que han dejado anteriormente desde Platón y Sócrates (los cuales ya probaban gotitas de rocío para equilibrar las emociones) Paracelso y también, en su época, Rudolph Steiner el cual explicó en una conferencia, donde acudía Bach, que las flores guardaban una energía curativa todavía por descubrir.
Se instaló en Cromer, un pueblecito pesquero de Gales e investiga todo tipo de plantas y flores, llegando a la conclusión de que hay distintas categorías en el reino vegetal: desde el helecho o el musgo más simple hasta la planta más evolucionada destinada, como decía el, para curar al ser humano. De entre estas plantas más especiales se basa en la flor por ser el último eslabón en el crecimiento de la planta y, claro está, donde se encuentra toda la potencialidad. A primera hora de la mañana probaba el rocío de estas flores pensando que esa gotita de agua purísima, junto con el calor del sol, obtendría la “información” de la flor, probándola él mismo y consiguiendo, de esta forma, una gran respuesta en sus estados de ánimo. Podemos deducir, conforme fue encontrando cada esencia, los estados de ánimo por los que fue atravesando.
Al ser una sustancia inocua, carente de contraindicaciones, rápidamente la aplicó a sus nuevos pacientes, obteniendo resultados espectaculares. Al tratar con sustancias tan sutiles, Bach desarrolló una capacidad de diagnóstico y una intuición tan grandes que las recetaba casi a primer golpe de vista e incluso en problemas físicos, deduciendo cual era el estado emocional que había provocado esa situación, de tal forma que sólo empleaba una o dos esencias como mucho. Insiste muchísimo en que se ha de administrar las gotitas para la respuesta del paciente a la enfermedad y no a la propia enfermedad.
Por fin había encontrado lo que buscaba: una fórmula sencilla, eficaz, natural, simple de obtener y preparar, en absoluto tóxica y útil para todo ser viviente. El define esta obra como la medicina del futuro que ha sido enviada por El Creador como regalo.
En esta nueva etapa, Bach no cobra a sus pacientes y, aunque estos le hacen regalos y donativos con los cuales financia algunos libros y publicidad para promocionar su obra, pasa por una situación muy precaria reparando la casa y fabricando sus propios muebles de madera. A pesar de su mala situación económica Bach siempre recibe, en los últimos momentos, lo que necesita atribuyendo esta ayuda “a la protección del Gran Poder que vela por mí y la tarea que me ha sido encomendada”.
En 1934 ya ha conseguido los primeros doce remedios tipo y, luego, otros siete que él denomina “curadores” pensando que ya había concluido su obra. Se traslada a Inglaterra y se instala en una casita muy modesta en Mount Vernon (Sotwell).
Debido a estas nuevas terapias, a su sencillez y por rodearse de un equipo “no médico” el colegio de Médicos le amenaza en varias ocasiones con expulsarle, a lo que Bach responde en enero de 1935 :”me siento muy honrado en comunicarles que estoy trabajando con varios ayudantes, y que continuaré haciéndolo… Habiendo demostrado que las hierbas de los campos son tan simples de usar, como maravilloso su poder curativo, he desertado de las filas de la medicina ortodoxa”…y ¡no le expulsaron!
Hasta ahora el método utilizado para extraer las esencias era el método del sol y el agua: como recoger el rocío era extremadamente laborioso, probó a colocar un cuenco de cristal con agua de manantial y las flores al sol durante algunas horas y, después de filtrada comprobó que este agua estaba cargada energéticamente a la que añadía brandy para estabilizarla y conservarla, obteniendo así la Tintura Madre.
Pero, después de un tiempo de tranquilidad en que se dedica a escribir, a reponerse y a difundir su obra, comenzó a tener otras alteraciones emocionales lo que le obligó a buscar más esencias pero está vez ya no buscó flores sencillas sino que, siguiendo su intuición o, como él gusta decir, “fue llamado” a buscar entre flores “duras” y tallos leñosos. En esa época del año no había apenas sol, por lo que el método a seguir fue la ebullición consiguiendo una respuesta igual de efectiva. En estos nuevos 19 preparados abundan más los árboles y arbustos, siendo obtenidos en el tiempo record de 6 meses.
Sobre estos últimos preparados Bach escribe en julio de 1935: “no hay duda de que estos nuevos remedios actúan en un plano diferente a los antiguos. Son más espiritualizados y nos ayudan a desarrollar ese gran Yo en el interior de todos nosotros que tiene el poder de superar todos los temores, todas las dificultades, todas las preocupaciones, todos los males”.
Poco tiempo después de encontrar el último elixir dice a sus colaboradores: “mi tarea está cumplida, mi misión en este mundo está terminada”. También escribe una carta a su editor en la que, entre otras cosas le comunica: “cuando nos encontramos en el límite de internarnos en el Valle de Las Sombras quizás no nos comportamos con tanta reserva como cuando estamos en medio de la vorágine… El trabajo que he puesto en sus manos es un Gran Trabajo; un Trabajo Divino, y sólo Dios sabe por qué fui apartado en este momento de continuar con mi luchas por la humanidad que sufre.”
Partió de este mundo, mientras dormía, el 27 de noviembre de 1936. Según su fiel y gran colaboradora Nora Weeks, “Bach abandonó su cuerpo físico para continuar su obra en otra esfera”. Desde entonces, 60 años de práctica, en todo el mundo, han confirmado todos y cada uno de sus postulados. Actualmente se siguen aportando datos nuevos a sus investigaciones pues este gran hombre ha legado un filón de conocimiento tan profundo que, todavía, queda mucha información por averiguar ya que las esencias trabajan en niveles tan sutiles y a tan gran escala que es poco lo que se sabe, hasta ahora.
Desde Eisntein, sabemos que la diferencia entre materia y energía es muy relativa y acercándonos a la física cuántica o sub-atómica comprobamos que un electrón no es exactamente partícula o energía, ya que posee características de los dos elementos. Se sabe que las partículas sub-atómicas están separadas por grandes espacios, que el 99% de un átomo es puro vacío.
David Bohm, gran físico británico expone que “existe un campo invisible que mantiene unida toda la realidad y sabe, en cada momento, lo que está pasando en cualquier parte”
Para Deepak Chopra” una célula consiste en memoria que ha construido algo de materia alrededor”. También mantiene que “la mente domina la materia”.
Como dijo Bach en 1934:
“A través de su alta vibración, determinadas flores, arbustos y árboles silvestres de un orden superior, tienen el poder de aumentar nuestras vibraciones humanas y dejar libres nuestros canales a los mensajes de nuestro Yo Espiritual (Yo Superior), inundar nuestra personalidad con las virtudes que nos son necesarias y de este modo lavar los defectos (de carácter) que causan nuestros males. Como la buena música u otras cosas grandiosas, capaces de inspirarnos, las flores están en condiciones de elevar nuestra personalidad y acercarnos más a nuestra alma. De este modo nos brindan paz y nos liberan de nuestros padecimientos. No curan atacando directamente la enfermedad, sino invadiendo nuestro cuerpo con las bellas vibraciones de nuestro Yo Superior, ante cuya presencia, la enfermedad se derrite como la nieve al sol. No hay una verdadera curación sin un cambio en la orientación de la vida, sin paz en el alma y la sensación interior de felicidad.”
La verdad es que este gran visionario, que se adelantó a su época, nos ha legado este inmenso trabajo de curación y mejora personal. Pero, además, en sus escritos, sencillos y resumidos se puede leer un compendio de toda una filosofía de vida, de claves profundas, habiendo dejado un extracto de la más pura filosofía y religión universal, dignas de tener en cuenta para ser el faro que ilumine nuestra vida interior.
Los elixires florales (se denominan así porque llevan en su composición brandy como estabilizante y conservante) poseen una inteligencia tan sutil que actúan en distintos niveles, solamente donde se necesitan y no interaccionan con ningún medicamento o alimento que estemos tomando a la vez: actúan para bien y si no, no hay respuesta, de forma que si se prescriben o toman por error no hay ningún peligro porque la respuesta es nula.
Algunas flores, las que tienen un campo de acción más amplio, actúan en el nivel espiritual, mental, en el emocional y en el físico incluso al mismo tiempo, dependiendo de donde esté la alteración.
Bach nos ha repetido constantemente que la enfermedad se genera entre el alma/espíritu y la mente de forma que venimos a este mundo principalmente para aprender, cada vez, una lección determinada y es lo que hemos de conseguir, pero si, habiendo nacido y por distintas circunstancias nos separamos de la meta que habíamos trazado, entonces, nos estamos separando de los dictados del espíritu, que es nuestro autentico Yo, siendo la mente la que acepta los dictados de éste o la que decide seguir otros derroteros y si es así es como comienzan los conflictos. Si estos conflictos no se corrigen, se expanden a nivel emocional y más tarde al físico comenzando por tener molestias y si se continúa con decisiones equivocadas puede llegar a producir enfermedades graves e, incluso la muerte, pues es el Yo espiritual o superior el que nos guía y da la fuerza y la vida, pero si la mente o las emociones van por su camino a espaldas del espíritu puede llegar un momento en que éste se retira dejando a su suerte a la personalidad (mente, emociones y físico), como ésta por si sola no genera vida, puede llegar a extinguirse.
Para Bach existen dos errores fundamentales: el primero la disarmonía entre el espíritu y la personalidad derivado de no querer aprender o asimilar lo que la vida nos enseña y, segundo, la crueldad que manifestamos a los seres que nos rodean pues va en contra de la unidad donde está todo integrado perjudicándonos, principalmente, a nosotros mismos.
Bach mantiene que enfermamos de siete formas distintas motivadas por profundos errores de comportamiento que son: el orgullo, la crueldad, el odio, el egoísmo, la ignorancia, la inestabilidad y la codicia.
Por lo tanto las flores, por su elevada sensibilidad, armonizan con el espíritu dejando llevar su influencia hacia la mente, emociones o en el cuerpo físico para equilibrar todo el conjunto.
Esta ciencia innovadora no se puede medir como cualquier medicina actual sino que se entiende mejor como medicina holística, energética, vibracional o integral, es una ciencia avanzada en el futuro donde reinarán los conocimientos de la física cuántica la cual desarrolla una visión transcendente e interactiva. De todos modos Bach insiste sobre esto: “no es necesario ningún conocimiento ni ninguna ciencia, aparte del método simple descrito aquí… libre de ciencia, libre de teorías, porque todo en la naturaleza es simple”.
Una de las motivaciones que tenía Edward Bach para desarrollar este método tan sencillo y tan profundo era el gran interés que tenía en que las esencias estuvieran en todas las casas y cualquier persona las pueda utilizar casi sin conocimientos previos para poder utilizarlas tanto para una crisis de ansiedad como para una quemadura, etc…
Avalan su obra 80 años de investigaciones y experiencias compartidas y contrastadas, siendo reconocida en 1976 por la O.M.S. como sistema útil, aconsejando su utilización. Actualmente hay una gran lista de terapeutas florales, psicólogos, nutricionistas, odontólogos y médicos que trabajan con las flores, comenzando a utilizarse de forma masiva en algunos hospitales (¡Cuánto dinero ahorraría la Seguridad Social con este sistema!) aunque todavía queda mucho por hacer tanto en investigación como en publicidad.

CLASIFICACION DE LAS FLORES. Se dividen en 7 grupos:

I. PARA EL MIEDO - 5
ROCK ROSE – MIMULUS – CHERRY PLUM – ASPEN – RED CHESNUT.

II. PARA LA INCERTIDUMBRE - 6
CERATO, SCLERANTHUS, GENTIAN, GORSE, HORNBEAM, WILD OAT.

III. FALTA DE INTERES EN LAS ACTUALES CIRCUNSTANCIAS - 7
CLEMATIS, HONEYSUCKLE, WILD ROSE, OLIVE, WHITE CHESNUT, MUSTARD, CHESTNUT BUD.

IV. PARA LA SOLEDAD – 3
WATER VIOLET, IMPATIENS, HEATHER.

V. SUSCEPTIBLES A INFLUENCIAS E IDEAS AJENAS – 4
AGRIMONY, CENTAURY, WALNUT, HOLLY.

VI. DESÁNIMO Y DESESPERACIÓN – 8
LARCH, PINE, ELM, SWEET CHESNUT, STAR OF BETHLEHEM, WILLOW, OAK, CRAB APPLE.

VII. PREOCUPACION EXCESIVA POR EL BIENESTAR DE LOS DEMÁS – 5
CHICORY, VERBAIN, VINE, BEECH, ROCK WATER.

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