domingo, 11 de marzo de 2012

Se quería morir...


Con esta premisa solicitó una consulta Lucía… El motivo era que un hijo suyo sufría de ataques epilépticos por lo que toda la familia y ella en concreto, se volcaron sobre el. Ella vivía totalmente centrada en su hijo tratando de apoyarle, quererle, cuidarle, animarle; pensar en un próximo ataque lo sufría como si una auténtica espada de Damocles pendiera sobre su cabeza.

Después de que me relató todos los pormenores, quise hacerla ver, en primer lugar que, al estar “centrada” en su hijo hacía que estuviera “descentrada” de sí misma... hasta el punto de no encontrar motivos para vivir. Por otro lado, si le quería ayudar sintonizando con la enfermedad de su hijo es como retroalimentarla ¡la estaba engordando, enriqueciendo! Que lo ideal sería que ella retomara su integridad y desde su centro energético (desde lo mejor de ella misma) enviara energía de curación, o amorosa a su hijo para, así poder anular las sombras (es lo que son una enfermedad, problema…), esa sería la disposición correcta y efectiva.

Y, lo más importante, recuperando su centro, su individualidad, su ser espiritual más profundo diera a su hijo los cuidados necesarios, solamente… y que luego también cuidara las demás parcelitas de su vida: su otra hija y a su marido. En esos momentos los tenía totalmente abandonados en pos del hijo enfermo. También quise hacerla ver que, a pesar de todo lo terrible que pareciera la situación, no dejaba de ser una enfermedad que estaba controlada y que habría que tomarla como lo que era, incluso reduciéndole en mucho la importancia que se le daba pues estaba secuestrando a toda la familia, principalmente a ella, lo que, en definitiva era un camino de aprendizaje para todos ellos, principalmente para el hijo y, con ese “estar encima de el todo el día” tampoco le dejaban su espacio para desarrollarse con normalidad.

Esto fue más o menos resumido lo que le planteé y después le hice un preparado, entre otras, con las siguientes flores:

CHESTNUT BUD, para aprender, entender lo que le enseñaba esta experiencia.
CHICORY, para evitar el excesivo celo por su hijo y algún posible chantaje emocional mutuo.
ELM, para no sentirse desbordada, sino adquirir una perspectiva más concreta.
MUSTARD, para una depresión cronificada, despejar esa nube negra.
RED CHESTNUT, “cortar los lazos emocionales” (había una tendencia a poner de escusa la enfermedad para recrear tiempos pasados…). También para evitar el miedo por lo que le pasara al hijo y centrarse más en ella.

Para mi sorpresa y como esta mujer es muy sensible y abierta, entendió de maravilla lo que le quise trasmitir y aceptó de muy buen grado todo lo que le dije, tanto que solo necesitó esa consulta. La siguiente vez que la vi, de casualidad, estaba espléndida, luminosa, alegre, juvenil y me contó risueña que su hijo bien, con lo suyo… que iba y venía de viaje el solo y ella... que se iba con el marido a tomar algo, que salían mucho a pasear y también de viaje.

Después de escuchar a gente contarme sus problemas o en mi caso, me doy cuenta de que, la mayoría de los problemas surgen por una cuestión de orden: nos descentramos para centrarnos en personas o cosas… perdiendo el eje central, el equilibrio; tomamos preferencias por algo que es inferior a lo que realmente tiene importancia para nuestra vida; damos pasos a destiempo y en su tiempo no damos el adecuado…. Cuestión de orden, de colocar cada cosa y cada persona en su lugar correspondiente y el Yo, el ser profundo, el espíritu en el centro de la vida, de todo lo que le rodea… como en un puzzle, es cuestión de ir encajando las piezas, colocándolas en el lugar correspondiente para conseguir el dibujo.

Piénsalo... verás como ves todo de una forma más sencilla.