viernes, 22 de febrero de 2013

Distinguir entre el ego o el Yo


Muy básicamente, estamos formados por el Yo espiritual, nuestra auténtica esencia inmortal, eterna. La reconocemos porque es trascendente, es una toma de conciencia, cuando nos sentimos en profundidad, sin dimensiones ni barreras.

Y también están las tendencias inferiores o ego que son la parte de nuestro “yo” cotidiano, de los detalles, las barreras, los límites, lo mortal, finito, lo aparente, superfluo…

Normalmente nos dominan los egos o tendencias inferiores pues el mundo material es sumamente atractivo, denso, pegajoso, a veces de una forma inverosímil, pareciera que no existe nada más. Pero, en medio de ese ruido bullicioso, y si estamos atentos, surge de vez en cuando una vocecilla que nos suele aconsejar lo contrario de lo que esperamos y, más tarde, vemos que era la opción correcta. Esa es la voz de la intuición o del Yo espiritual, la cual, se puede desarrollar, como los músculos, con mucha práctica.

Y ahora, la pregunta es ¿cómo distinguir la voz de la intuición a la que viene de las tendencias inferiores???

Una de estas pasadas noches tuve un sueño muy alterado, rozando con pesadilla, un sueño muy sencillo, corto, pero de arquetipos fundamentales, básicos; me alteró bastante pues creí que sería un mensaje, nada bueno, por cierto. Pero, al comienzo de la mañana, se aclaró todo de una forma fulminante: el sueño se hizo realidad, exactamente ¡al revés!...........

No pude por menos que esbozar una gran sonrisa porque este detalle me aclaró completamente las dudas que me atenazaron la tarde-noche anterior, en la cual, me asaltaron pensamientos, realidades que hicieron desestabilizar unos buenos anclajes dándolos por erróneos aunque los relegué para el día siguiente a ver si con el sol, pensaba lo mismo, J.

Volviendo a la pregunta anterior ¿Cómo distinguir si algo es real o nos induce a engaño? Realmente es muy fácil, sencillo pues, si reducimos todo a sombras o luz, está claro: lo que nos produce alteración, agobio, inquietud, malestar, angustia… todo negativo, es porque viene del mundo de las sombras.

Por el contrario, lo que nos sugiere tranquilidad, alegría, estabilidad, paz, armonía, claramente procede de las regiones de la luz, nuestro verdadero Hogar y donde habita el espíritu.
¿Cuál es el problema? Si la energía sigue al pensamiento, es aquí donde está el quid de la cuestión.

Dicen los investigadores de los mundos invisibles que si nuestros pensamientos (y la vibración que generan) son negativos, pesimistas, están atrapando energía, seres de la misma vibración los cuales se terminan instalando en el cuerpo y “desalojando” a los seres de luz que trabajan en cada célula para su correcta armonía (dice Beltrán Anglada que en cada célula vive un ángel, un ser de luz y que, realmente, somos seres de luz pues lo que ven los clarividentes son millones de puntitos de luz en cada uno de nosotros).

Por el contrario, si estamos en un estado enfermizo, deplorable y comenzamos a trabajar con pensamientos elevados de conceptos o arquetipos, comenzará el cambio en nuestro organismo también.

Un punto muy importante: la misma vida tiene diferentes escalas de vibración, de forma que, si nos dejamos embargar por el mundo de las sombras, la capa que nos cubre nos aísla nos aleja completamente de la voz de la intuición, de la luz del espíritu. Y, al contrario, cuanto más nos elevamos hacia las regiones de la luz (y del amor) esa misma luz nos va a proteger y alejar de las sombras y de influencias negativas. Es así de simple.

Por otro lado, nos quejamos de estar mal porque las cosas no van como quisiéramos. Pero si llegara el día en que sí fueran como queremos… seguiríamos mal, porque estamos acostumbrados o tenemos esa carga de negatividad encima, la cual, comprobaremos con gran decepción que no es tan fácil eliminarla de golpe (a veces resulta poco menos que imposible).

Es decir, nuestro estado de ánimo es independiente de lo que ocurra en el exterior o, dicho de otra manera, lo que vemos “fuera” lo interpretamos con el cristal que nos ponemos delante de los ojos… todo depende de cómo se miren las cosas y ahí está nuestra virtud, libertad o genialidad.

Y las flores también nos ayudan a verlo más claro:

SCLERANTHUS, nos ayuda a decidir entre dos caminos u opciones.
WILD OAT, si son más opciones o cuando la meta no está clara.
GENTIAN, para elevarse hacia el mundo espiritual en lugar de recrearse en el mundo de maya.
MUSTARD, cuando nos inunda la nube negra.
GORSE, para mantener la esperanza siempre en el horizonte.
WALNUT, corta las influencias negativas, de hecho el doctor le llamaba “rompe hechizos”.
SWEET CHESTNUT, en los grandes cambios, ayuda en la “noche oscura del alma”.

Gracias a su inestimable ayuda, podemos transitar más fácilmente el camino de la Vida.