sábado, 5 de febrero de 2011

Las flores y el karma.

Si sigues este blog verás que soy una gran admiradora, seguidora, practicante de las flores de Bach, en una palabra: superfloriadicta. Me guío por ellas, incluso las utilizo de forma ”etérea”, en la imaginación y estoy por asegurar que funcionan igual que las utilizadas físicamente; incluso son para mi una guía inestimable en el camino de la vida sí como un utensilio fundamental para el autoconocimiento.

Pero, en esta ocasión, voy a ser más pesimista pues a lo largo de una gran trayectoria he observado que, cuando hablamos de una situación kármica… las flores tienen poco o nada qué hacer, me explico:

Llamamos karma a una situación que no hay forma de resolver de forma normal o natural, que se empeña en ser el centro de atención y de la que, cuanto más nos queremos zafar, resulta que más se hace presente, agravando los resultados. Más nos vale, entonces, aceptar la situación y, en el mejor de los casos, tratar de encontrar la causa profunda, producida anteriormente (incluso en otras vidas) y pidiendo perdón desde lo más profundo a la persona o situación a resolver, el karma se reduciría o desaparecería.

Cuidado porque no todas las situaciones adversas son kármicas, podría ser un aviso de la vida de que estamos escogiendo el camino erróneo por lo cual, cambiando la orientación, las circunstancias también cambian, volviendo a sonreírnos la vida.

Con respecto a las flores pues son tan grandiosas que sí resolverían una situación kármica pero, antes, son tan sumamente respetuosas que no van a doblegar nunca ninguna voluntad ni destino por lo que, si la persona no toma conciencia de la aptitud adecuada, o bien, las flores no responden… o la persona abandona el tratamiento, que es lo más común que suele suceder. Se han dado casos de una curación espontánea pero, sin saber el motivo, pareciera que la persona huye de las flores, poniendo tierra de por medio. O no se encuentra la flor apropiada o no se sabe encontrar… ¡no se da con ella! Hay que vivir la experiencia “a pelo” si o si.

Sí, efectivamente, nos van a guiar para encontrar un alivio, claridad o que el peso sea más ligero aunque las cuentas a saldar sean irreversibles.

Veamos algunas flores que ayudan en estas situaciones:

PINO, ¡cómo no! esta flor es a la que me refería cuando se ha aplicado en enfermedades genéticas, autoinmunes o sin causa aparente. Pero, a pesar de los resultados increíbles, por motivos que no alcanza la razón, se abandona el tratamiento. Cuando falla el tratamiento utiliza esta flor y, si no se te pierde o rompe el frasco o te hace creer que tiene una respuesta nociva… te van a sorprender los resultados. Incluso, abre las puertas a la prosperidad (a veces, las situaciones adversas solo están en nuestro interior).

SAUCE/Willow, para cuando atravesamos una situación dura y… nos rebelamos, despotricamos, pataleamos, echamos la culpa… a este, al otro, al de la moto y a todo bicho viviente, degenerando en amargura y resentimiento solapado contra el mundo. La flor nos hace asumir nuestra responsabilidad en la situación y ser más prácticos, incluso, en lugar de rezongar tanto, vamos encontrando solución a los atolladeros.

HAYA/beech, para cuando todo nos parece horrible, malo, todo conspira contra nosotros: vemos malo donde solo es bueno y esto se traduce en alergias, intolerancias de todo tipo incluidas las alimenticias, críticas, incomprensión, irritabilidad; en general, rechazo a lo que, aparentemente, vemos como negativo. La flor nos hace “bajar los humos” y abrirnos a lo bueno de la vida, viendo la belleza que se oculta bajo las máscaras más feas (que, a veces, solo están en el interior).

Esta es una pequeña muestra pues, las flores, como ya hemos visto, pueden valer para cada persona, unas distintas a las que necesita otra.

Pero esperamos tu comentario para ampliar esta información.

Gracias.