Cuando era adolescente me sentía muy criticada por los
mayores, diciéndome cosas como ¡esta juventud está perdida! porque estáis todos
drogados…. o comentarios mucho peores que, normalmente, no tenían ningún fundamento.
Les veía con el corazón endurecido, sin ánimo de mostrarse
mínimamente comprensibles y pensé muy fervientemente que, cuando fuera mayor,
sí entendería a la juventud…
Y ahora me encuentro, avanzando más allá de la mitad de la
vida, que he perdido aquella inocencia, sensibilidad, espontaneidad… me siento
más como un adoquín, un trozo de piedra-mármol. Me entran serias dudas sobre la
verdadera amistad, la buena intención de la gente: Pareciera que el mundo se ha
vuelto gris, tosco….
Y ¿por qué?
Inevitablemente me he convertido en aquella persona que no
quería ser… porque la vida da muchos palos y uno termina endureciéndose, nos “protegemos”
por si acaso, por lo que pueda venir. Mejor ni nos relacionamos y así no
sufriremos………………….
Parece ser que es inevitable el ir resintiéndose de las
duras experiencias de la vida, aunque solo nos quedamos con la peor parte.
TODO NUESTRO SER, EN SU PLENA POTENCIALIDAD, QUEDA
CIRCUNSCRITO, ADHERIDO A UNA CIRCUNSTANCIA QUE SE HA QUEDADO SIN TIEMPO….
anulándonos completamente, fieles a un tiempo pasado (pasado de “se pasó”), NEGANDO,
por ello, LA ESENCIA DE AQUELLA EXPERIENCIA LA CUAL SÍ SIGUE VIVA FORMANDO PARTE DE NUESTRO SER. Es decir, por lo que lloramos o lamentamos, ¡es lo que está vivo en nuestro corazón!
Esta es la fuerza que
creamos en torno a una experiencia “traumática”: anular todo nuestro Ser en torno a una adherencia, un gigantesco
apego, que se convierte en amo y señor de nuestra existencia.
Esta reacción se llama FILOFOBIA o miedo al amor, a las
relaciones:
http://lamenteesmaravillosa.com/Filofobia-como-identificarla-y-como-combatirla
Entonces, el miedo nos hace dar la espalda a lo que realmente somos.
Entonces, el miedo nos hace dar la espalda a lo que realmente somos.
Qué imagen más horrorosa ¿verdad? pues ¡manos a la obra! a
trabajar el niño interior y sacarle de paseo a que le del sol… y si no fuera
suficiente, nos ayudamos de las flores:
HOLLY, el amor universal. Calma las emociones disparadas que
salen del corazón: rabia, odio, celos, sospechas, intrigas….
CHICORY, el amor materno/filial (los hombres también tenéis
vuestra buena dosis de este gran sentimiento), para un exceso de posesividad, chantaje
emocional, fuertes apegos…
HEATHER, cuando pensamos que todas las desdichas nos ocurren
solo a nosotros, para desenfocarnos de nuestro "yo pasajero".
GENTIAN, para cuando vemos un paisaje gris plomizo y,
además, es que nos gusta y nos recreamos en el.
WATER VIOLET, nos ayuda a relacionarnos mejor con los demás,
a salir del ostracismo y sacar a flote las emociones que tenemos escondidas.
Podrían ayudarnos más flores según para cada caso, pero,
como muestra, valga una flor!
Hemos de tener muy presente que SOMOS Y VENIMOS DEL AMOR: ésta
es nuestra auténtica esencia.
1 comentario:
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